12 avril 2008

Un poème pour Jean-Pierre Domecq et ses « toros »


El toro de Juan Pedro sale y se cae
humilla y se hunde, se entierra entero como si un precipicio fuera
Anda y se deshace y como se sabe lo que es es,
se desploma siempre, sin temor a los insultos
porque asume que no está soñado como toro
y no se piensa como tal
y que no tiene de toro ni las pezuñas, ni las pestañas

El toro de Juan Pedro por oler ni a toro huele
Huele a lilimento y a hospital, a disco duro
a badajo de campana, a excremento de gato, a orín de paloma
huele a todo menos a toro
porque no se sabe toro

Es cosa o bolsa, papel, azulejo, estafermo, sillín de bicicleta, peldaño, rasca de la Once, piedra, ochavo, goma de borrar, manubrio, dislate, imán, tuerca...
Cualquier cosa menos toro, todo menos bravo

Hay un rinoceronte en Babia más fiero y noble
Un perro de Cuenca tiene más gracia en la muleta, más pasión, más desparpajo

Porque el toro de Juan Pedro es pura casquería, costra, barro, nieve sucia, demagogia, polen derramado, vómito, gasóleo viejo, chapapote, monda de naranja, peladura de patata, hiel, mierda esplendorosa, mierda en fin, pero mierda cara y apoteósica.

Pablo G. Mancha