La première fois que Joaquín Vidal a écrit sur José Tomás, sauf erreur de ma part, c’était à l’occasion d’une novillada de la féria de Valdemorillo, en 1991. Après trois jours avec les novilleros vedettes, et les toros qui vont avec, le très regretté critique madrilène – enfin, regretté par les aficionados, pas par les taurins et leurs cireurs de pompes – se félicitait de l’arrivé de toreros plus modestes et d’un type de bétail qui, du coup, l’était moins. Il titrait d’ailleurs : "Les soltaron toros".
A Camposyruedos, nous nous refusons à traduire les écrits de Joaquín Vidal, par respect, et aussi tout simplement car nous ne nous faisons aucune illusion sur nos capacités à traduire une telle plume. Nous sommes déjà très approximatifs sur nos interprétations des écrits de Bastonito, alors vous imaginez pour ceux du Maestro Vidal. Et puis c’est tellement mieux de les lire en VO... Allez ! un petit effort pour ceux qui ont du mal. Et puis voilà une formidable opportunité d’améliorer votre castillan. Le papier dont nous vous proposons quelques extraits a donc été publié par le quotidien El País le 8 février 1991. C’était encore l’époque où les novillos pouvaient recevoir les trois piques réglementaires. Mais ne vous faites pas trop d’illusions, cela ne présage en rien sur les conditions du retour du phénomène. Par contre, je suis confus, impossible de mettre la main sur le nom de l’élevage... Oups !
Después de tres días feriales con figuras de la novillería, el cuarto ya no tenía figuras ; o sea, que menguó el cartel pero creció el toro. No novillo, según había sido anunciado y correspondía : toro. Además, toro-toro. Porque tampoco se trataba del torín que suelen lidiar las figuras del escalafón superior ; antes bien, se trataba del torazo que recibe las varas reglamentarias, o más incluso, y a pesar del castigo, llega a los siguientes tercios tan entero como si en lugar de puyazos le hubieran puesto inyecciones de vitaminas. Tres de esos toros tomaron en toda regla, las tres varas que el reglamento prescribe, y uno, cuatro, y ese uno de cuatro, lidiado quinto, se convirtió en un barrabás enfurecido, que no le admitía ni un pase…
Pero menos se quería morir el sexto, un bronco reservón de los que desarrollan sentido, y lo desarrollaba con tanta rapidez, …, ya sabía más tauromaquia de la que encierra el Cossío.
No es nuevo en la fiesta que para espadas modestos salga el toraco y para figuritas, la mona. Por el contrario, esa es la norma.
La fiesta tiene unas características que ha ido configurando en el transcurso de su ya larga historia, y son la casta, el arte, el valor, y junto a esto, la poca vergüenza, en complicada amalgama. El porcentaje en que se distribuyen esas características varía según los casos, y en el presente montaba la poca vergüenza el porcentaje mayor; pues hace falta tener poca vergúenza para soltar lo que les soltaron a los modestos novilleros…
La corrida duró muchísimo y aún se prolongó con la presentación de José-Tomás Román, un muchacho de 14 años de edad, poquita cosa en lo físico, pero grande en lo artístico, pues torea como los ángeles. A pesar de que había caído la noche, nevaba de vez en cuando y hacía un frío siberiano, la afición se quedó a verle y disfrutó con su toreo. La afición no tenía más que palabras de admiración para el chaval debutante, y más aún para los asendereados novilleros que le precedieron. Y para quien les metió en la encerrona de los torazos pregonaos, reservó un selecto surtido de vocablos, elegidos entre los más gruesos que atesora la rica lengua castellana.
Joaquín Vidal