24 octobre 2006

Assassinat à Zaragoza


Voici le commentaire d'Ángel Solís pour le Heraldo de Aragón toujours sur la corrida de Victorino de la dernière féria du Pilar. Voilà qui nous change de nos niaiseries locales nîmoises... Pas le temps de traduire...

UNA CORRIDA MUY EN TIPO DE VICTORINO FUE ABSURDAMENTE MASACRADA EN LA SUERTE DE VARAS

11ª DE FERIA
Seis toros de Victorino Martín, bien presentados, encastados y bravos en los caballos.












La tarde comenzó bien. Sencilla, apacible, sin ese lleno esperado por todos. Día de resaca para muchos y de responsabilidad para otros. La empresa reunió a los pocos periodistas madrugadores en rueda de prensa para decirnos adiós y agradecer nuestros "desvelos".
Van a estudiar el pliego y si lo ven acorde con sus necesidades, se presentarán. Seguro que para Toros Zaragoza será el nuevo concurso. Soy viejo y no adivino el futuro, pero lo sé. Además, prefiero malo conocido que bueno por conocer. Ya me ven.
Mi compañera de página, Alternativa, cerraba ayer su columna diciendo que Esplá (y ella) están mayorcitos para hacer "novillos", la una, y el otro para ponerse delante de Victorinos.
"Clavao, señá Grabiela". Ni que fuera usted la madre de un torero joven y modesto. Siempre he dicho, parafraseando al Gallo (el sevillano), que hay gente para todo.

Es más, los hay que, arrancándoles las orejas y echándolos al monte, serían animales nuevos. Son los que van a favor de obra. Como ayer. Enseguida tomaron partido por los albaserradas que lucieron tipo y celo en los caballos. La caballería no falló y, aún así, la infantería, replegada, corrió más que Ferrera y el Fandi juntos. Como para ganarles. La corrida lució. Se dejó ver. Altiva y con las caras por delante, remataron en los burladeros sacando astillas. A partir de ahí, se dejaron asesinar dolosamente en las cabalgaduras que salieron con el síndromede los vampiros: chupar sangre. El cuarto, de nombre Mentolado, es, para mí, el toro de la feria. Bien construido, armónico, con cuajo y cara, se dejó “matar” en cuatro terroríficos puyazos de mi buen amigo Aurelio García. Galopó incansable tras las aceleradas carreras de Esplá que no quiso ni verlo ni dejarlo ver.
Bravo y codicioso toro. El tercero, noblón y pronto, pidió guerra sin que se la dieran. Al quinto, guapo, entipado, le dieron tan hablar, hubiera insultado a sus lidiadores. Con razón.Yo también.
Luis Francisco Esplá lleva treinta años aguantando alimañas con cuernos y saltacharcos en los despachos. De acuerdo. La vejez, como la veteranía, es un grado; pero eso no da derecho a subirse el primero en el autobús. Esplá lanceó sobre las piernas a los dos. Muy rápido, sin querer verles la cara, les quitó la muleta para llevarla
siempre a los hijares donde encontró carne blanda. El bravo cuarto le pidió pelea y él, encogido, no se la dio. Bronca.
Antonio Barrera no encontró plaza para sentirse a gusto. Se cayó de puro espanto. Su primero, tobillero, con más sitio y mejor colocado hubiese sido otra cosa.
Con el quinto, que echó las manos por delante y la cara arriba, le realizó una mini faena de aliño, por decir algo, y se lo quitó de enmedio como pudo.Mal trago.
Salvador Cortés, contagiado por el terror de sus compañeros, dejó pasar una buena oportunidad con el noble tercero. Con el de la jota, un tío asaltillado y con leña en la cabeza, se puso muy cerca, a media altura y con tres series muy cortas, sin unidad, se atrevió a dar la vuelta al ruedo.
Ángel Solís